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Aquelarre Subacuático 1 - Los sumergidos

Montando el filo superior de un pez negro,

extraño animal de mente bicéfala,

van los poetas, sin saberlo, al corazón del Aquelarre,

que resulta ser aquella ceremonia

soñada desde el vientre.

Sólo por curiosidad, uno de ellos cuestiona:

 

¿Cómo arderá la fogata prometida, siempre rodeada por el océano?

 

Mas al acto comprende lo nimio de la cuestión,

y lo medita, y no habla

pues antes ya se había preguntado cómo era que podía fluir la poesía

tan clara

tan bruna

argenta al anochecer

en aquel asfalto que muere

en pos del progreso de la nada

 

A lo lejos, la caverna, aunque aun es largo el tramo

Allí hermosas hembras se desvisten,

se recuestan

luego tiemblan, felices

a los pies del Gran Cabrón

Y en la caverna, el fuego

y en el fuego, el ardor de palabras nunca dichas

Babel, La Pira, mil agujas del sofocado tiempo

 

El pez negro continúa su marcha; no le detienen cardúmenes ficticios, ni la amenaza de mandíbulas bestiales cuyo saludo cordial busca devorarlo

Sólo cumple la tarea encomendada

 

“Búscalos, sumérgelos, dejalos marchar si así lo desean, y trae junto a mí a los poetas cuyo espíritu no busca eludir las llamas

Traeme al pirómano, tráeme la carne que ha comprendido su hado y aún así pelea contra Dios

¡Vamos, tráeme a estos amigos!





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