La
probabilidad de que en un restaurante chino encuentres en una de sus galletas
de la suerte este mensaje: “Tu vida corre peligro. No le digas nada a nadie.
Sal de la ciudad lo antes posible”, no es del todo improbable, sobre todo si
quien escribe los textos es aficionada a la novela negra. Sin embargo, la
probabilidad de que alguien al leerlo, lo tome en serio y siga el consejo es
casi imposible.
En
el caso de Agnes al leerlo, un escalofrío le recorrió la espalda, se levantó de
la mesa, los ojos clavados en su pareja, a quien dejó plantado con una cajita
de joyería en la mano izquierda y salió del restaurante, cual Cenicienta cuando
suenan las campanadas de medianoche, sin dar ninguna explicación.
Montó
en su coche y condujo durante horas con una frase dando vueltas en la cabeza,
un papelito en el bolso como prueba, el teléfono sonando sin cesar a su lado.
Agnes solo buscaba una respuesta.
Al llegar a la nacional 111, se desvió en
Arancón y siguió hasta Cortos. En la casa de la Picota había luz. Seguro, habrían
sido ellos.
Llamó
dando tres toques largos y dos cortos intercalados con el puño sobre la puerta
metálica. Tardaron en salir. Una mujer en camisón largo cubierta con un chal de
lana abrió el portón. No la esperaban.
Agnes
contó lo ocurrido a un grupo de gente mayor dispuesto a su alrededor con su
tazón de leche en la mano, sentados en los butacones del salón, para acabar
diciendo con voz autoritaria:
–Si
el mensaje no viene de ustedes es que alguien me ha descubierto, no cabe duda.
Una risa invadió la sala. Una mujer menuda,
con el pelo recogido habló tajantemente:
–Tú
no eres la apropiada para la misión, ¡cómo se puede ser tan mentecata y salir
corriendo por una galleta de la suerte china! ¡Cómo íbamos a ser nosotros!
Necesitamos otra persona.
–No
vayas tan rápido Elsa, la cortó Carla. Yo creo que todo puede volver a su
cauce. Solo hay que inventar una buena explicación para su prometido. Solo él
conoce los hechos, pero no lo que los motivó. Nadie va a relacionar a Agnes con
la misión. Nadie va a creer que un miembro del MI 5, sale corriendo por una
galleta de la suerte china. Agnes ya está lo suficientemente introducida en la
sociedad de Madrid: Conoce a las personas que nos interesan, próximamente se
casa, tiene un buen trabajo en el Instituto Durrel que la relaciona con
científicos, es la mujer perfecta. No, no, solo tenemos que dar con una buena
explicación. Carla apoyó su barbilla sobre los dedos cruzados de sus manos, la
mirada absorta.
–Juega
a nuestro favor, tomó la palabra Albert, que Agnes ha salido sin decir nada, ni
siquiera ha leído la frase en alto. Creo que lo mejor es contarle parte de la
verdad a Luis, que Agnes se asustó, salió corriendo en busca de ayuda. Propongo
además cambiar la frase de la galleta. Deberíamos escribir algo como: “no
confíes en el hombre que te acompaña. No comentes nada y sal corriendo a casa
de tus padres”. Eso dará una imagen ingenua, desprotegida, infantil de Agnes,
que es lo que estamos buscando para nuestra agente. Esto nos garantizará su
futuro en Madrid, si he entendido bien el planteamiento de Carla. Ahora señoras
y señores tenemos trabajo, debemos prepararlo todo muy bien para que Agnes
pueda volver sin levantar la mínima sospecha, esconder todo en una...
CONTINUARÁ...
Qué buen disparador! Y el manejo de los hilos de la intriga dosifican la tensión de la mejor manera. Ansiosa de leer la continuación, mientras espero, me tomo una taza de café y me arreglo el chal porque aquí ya es de noche y está frío.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. La segunda parte está en camino.
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