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El estado es un macho opresor - Jesús Otris - Black Fish N°1

 

Entre el 2020 y el 2022, años pandémicos, en Chile tuvieron conjunción fenómenos, que podríamos denominar “oscuros”, aludiendo a las restricciones de movilidad, la militarización de los espacios públicos y la pérdida de los derechos esenciales, en pos de las medidas sanitarias, adoptadas en el último año del nefasto gobierno de Sebastián Piñera. Este período de oscurantismo trajo consigo el cese de las manifestaciones que pedían la renuncia del presidente Piñera. Todo se detuvo en Chile y el mundo, a excepción de los femicidios, crímenes que no sólo vulneran la vida y dignidad de las mujeres, sino que además evidencian la descarada impunidad que el Estado ofrece a los victimarios.

Las cifras son elocuentes y hablan por sí solas, según la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, en este período 123 mujeres perdieron la vida de forma violenta a manos de un hombre, en la mayoría de los casos sus esposos, convivientes o amigos. Si bien las cifras son alarmantes, esta situación no es nueva y ha sido la punta de lanza del movimiento feminista que, antes de la pandemia, ya abogaba por reformas y justicia.

Recordemos que el día 8 de marzo del año 2020, más de 2 millones de mujeres se manifestaron en todo Chile, denunciando ser víctimas de una opresión que se transmite desde la crianza y la escuela, como parte de una cultura avalada y encubierta por el mismo Estado.

Organizaciones feministas convocaron a la marcha que se desarrolló sobrepasando todas las expectativas de las convocantes y de las autoridades. Demostrando que la causa del feminismo está más visible que nunca.

La convocatoria realizada por la Coordinadora 8M entregó en la jornada el manifiesto “Huelga general femenina”, donde se dan a conocer las acciones que como movimiento feminista proponen para terminar con la injusticia y dar solución a la situación de violencia que vienen soportando por décadas de manera impune.

Este manifiesto, da cuenta de una lucha y una organización que no es reciente, incluso logra dar unidad y en su propuesta se atreve a resolver, no sólo las temáticas propias de la temática de género, sino que, a sabiendas de que el problema está enquistado en una estructura mayor y que se encuentra en la misma lógica del Estado patriarcal, que heredamos desde la conquista española, propone una serie de medidas que guían en la solución de todas las problemáticas sociales en las que existen evidentes desigualdades. Es desde toda perspectiva un manifiesto político y que corona, con honores, las demandas levantadas desde el “estallido social” de octubre del 2019.

El manifiesto feminista del 8 de marzo del 2020, no sólo aparece como el esperado retorno de las manifestaciones sociales que se habían anunciado para el mes de marzo, asumiendo la voz del estallido frente a la brutal represión del Estado chileno. “Exigimos la salida de Sebastián Piñera y todo su gobierno por haberle declarado la guerra al pueblo”. (Manifiesto feminista 2020) Sino que además resuelve, al menos dos aspectos, de las críticas internas que se habían generado en el movimiento feminista históricamente. Estas son las de hacer referencia al sujeto del feminismo y también la de enarbolar una reivindicación que no es excluyente, por el contrario, incluye a todos los sujetos víctimas de la injusticia.

Estas críticas se habían hecho sentir en diferentes momentos históricos, tanto en Europa como en América. Las feministas habían recibido objeciones a sus propuestas tanto durante la segunda ola, como durante la tercera ola del feminismo, desde corrientes enfocadas en un feminismo marxista, que ponían en el centro la lucha de clases y la abolición del capitalismo como eje central de la lucha feminista. Desde otra perspectiva, el feminismo de la diferencia, plateaba dudas con respecto a la universalidad de la opresión contra la mujer, poniendo énfasis en las diferencias entre diferentes mujeres, y más tarde al señalar la duda sobre el sujeto de acción del feminismo, ¿quién es ese sujeto, y a cuánta diversidad puede abarcar, se refiere sólo a una mujer, o a las mujeres, las lesbianas, los travestis, la diversidad de corporalidades y sexualidades?

El manifiesto con el que la Coordinadora 8M da inicio a la Huelga Feminista, define en su propuesta la diversidad de las convocantes a esta movilización. “Una huelga que nos hermana con todas las mujeres, lesbianas, bisexuales, pansexuales, no binaries, travestis y trans del mundo con quienes juntas, juntes, nos levantamos en este día para hacer historia.” (Manifiesto feminista 2020)

Queda claro que no es un tema exclusivo de la mujer, existe una diversidad de convocadas y convocantes, y si en esa convocatoria no está incluido el hombre, es justamente, porque en este momento histórico, es quien se encuentra justamente señalado como el impedimento para establecer un sistema con justicia social.

Esta convocatoria a huelga demuestra que se ha comprendido la importancia de generar unidad en la lucha contra el patriarcado, que evidentemente es una lucha contra el capitalismo, el cual es defendido por el Estado. De esta manera cabe señalar al Estado como el principal enemigo del movimiento feminista chileno. No es antojadiza esta convocatoria a huelga, ya que, durante los últimos tres meses del 2019, las demandas por justicia social fueron sangrientamente reprimidas por el gobierno de Sebastián Piñera, dejando 31 muertos, más de 400 personas con lesiones oculares y más de 5.000 denuncias por violaciones a los Derechos Humanos.

La convocatoria feminista no es indiferente a esta realidad, por el contrario, es protagonista de este estallido social y por ende lo asume como parte de su realidad y “convoca al conjunto de los pueblos a defender el programa feminista contra la precarización de la vida. Lo que la Huelga General Feminista ha demostrado, es que si una Huelga quiere ser real y efectiva, no puede ser una sola cosa.”  (Manifiesto feminista 2020) No es una sola cosa, porque se enfrenta a un enemigo que tampoco es una sola cosa, es el Estado, es el capitalismo, el patriarcado, el machismo, el marianismo. Es la cultura chilena que sustenta los privilegios de una clase dominante heredera de la colonización de Chile.

Por la misma razón, es que la convocatoria a huelga planteada el 8 de marzo del 2020 es una convocatoria a toda la sociedad chilena, y así mismo se vio reflejado en la inmensa e histórica concurrencia que lograron ese día, y que prosiguió el 9 de marzo.

Si analizamos los últimos años del movimiento feminista en Chile, podemos ver que los avances en materia legislativa no son significativos. La ley de aborto en tres causales, no da solución a la petición del movimiento feminista de lograr que las mujeres sean autónomas en las decisiones relativas al ámbito de la sexualidad y la reproducción. La cuestionada ley incluso tuvo que enfrentar al Tribunal Constitucional, evidenciando una vez más el poder del patriarcado en la esfera judicial. Siendo esta una muestra más del poder patriarcal del estado chileno, lo que es posible apreciar también en el poder ejecutivo y legislativo, bastando recordar la ardua discusión en el Parlamento para lograr la paridad de género en la Convención Constitucional.

Otro aspecto del machismo representado por el actual gobierno, es el modo sistemático en que el Presidente de la República hace mención a la ciudadanía, refiriéndose a ella siempre utilizando el genérico masculino. “Como han argumentado numerosas feministas, una de las expresiones del «sexismo del lenguaje» en la mayoría de las lenguas europeas especialmente aquellas de origen latino, consiste en utilizar el masculino genérico para hablar de mujeres y hombres, dando lugar en ocasiones a frases ambivalentes donde no sabemos si realmente el interlocutor se refiere exclusivamente a los varones o en general a los seres humanos.” (Martín:2008)

El uso del lenguaje constituye nuestra realidad, y es este quizá el único avance más visible que ha tenido el movimiento feminista en los últimos años, el de proponer un lenguaje inclusivo, que abarque lo femenino, lo masculino, pero también las diversidades que no se sienten representadas por esa dualidad. De allí la propuesta de señalar con un genérico neutro, como es “elles” a quienes no se sienten identificados ni identificadas con los genéricos binarios. Porque con mencionar en el “ellos, ellas y elles” se está incluyendo a un grupo de personas que se sienten discriminadas. Si bien esta propuesta de lenguaje inclusivo ha tenido muchos detractores y ha sufrido innumerables burlas, el mismo uso que las, los y les hablantes le han dado, ha terminado por volverla común, sobre todo en las nuevas generaciones.

Estos cambios sutiles, que no obedecen a la estructura estatal, van dando sus resultados y están dentro de los avances que la sociedad civil realiza por sí misma, en la interacción y convivencia comunitaria. Es por ello que en la medida en que las niñas, niños y niñes comiencen a relacionarse, de una manera liberada de los estereotipos y roles impuestos desde el mismo lenguaje, es posible que observemos situaciones más inclusivas y libres de discriminación. “Los cambios lingüísticos (por ejemplo, la feminización de ciertos sustantivos como juez/ jueza, etc.) deberían ir acompañados de cambios culturales en lo que respecta a las desigualdades. La pregunta sería: ¿la lengua es un mero reflejo de la desigualdad entre los sexos en cada sociedad o, por el contrario, los lenguajes más sexistas producen sociedades más desiguales entre hombres y mujeres?” (Martín:2008) Para conocer una respuesta sería necesario terminar con la educación sexista y ofrecer el derecho a una educación inclusiva, desde la primera enseñanza del lenguaje.

Es necesario destacar también en este ámbito, cómo el uso del lenguaje ha sido utilizado por el movimiento feminista chileno como una estrategia para visibilizar sus demandas y encontrarles cabida en las demandas más urgentes de la sociedad. En este sentido, la propuesta performática del Colectivo Lastesis, permitió a través del lenguaje artístico unificar la lucha feminista en todo el mundo. La propuesta de Lastesis, consistente en una performance urbana interpretada por un grupo de mujeres con los ojos vendados, representada por primera vez el 18 de noviembre del 2019, frente a la Segunda Comisaria de Carabineros de Chile en Valparaíso. Si bien la letra de la performance, hace alusión directa a las violaciones sexuales, lo que hace es poner en conocimiento público una realidad invisibilizada de acoso sostenido a la mujer, la impunidad en el femicidio y la complicidad del poder judicial en su baja condena.

No obstante, la letra de esta performance titulada: “Un violador en tu camino”, se refiere específicamente a los abusos sexuales denunciados por mujeres, homosexuales y estudiantes secundarias, cometidos por carabineros al interior de comisarias. Crímenes y abusos que se intensificaron durante los días del estallido social. Esta práctica reiterada del abuso sexual por parte de las fuerzas de orden y seguridad, también es reflejo del carácter machista del Estado y es parte de la herencia colonial, en la cual la mujer indígena era considerada salvaje, con una denotación sexualizada, lo mismo podemos observar en el actuar represivo ante las mujeres que luchan. “Son mujeres susceptibles de deseo y fuertemente erotizadas, presentadas a menudo con los pechos desnudos como objetos claramente sexuales dentro de la 1ógica de dominaci6n masculina. Estas mujeres se representaban como más cercanas a la naturaleza, a la idea del salvaje y, por tanto, fuertemente sexualizadas.” (Martín:2008)

Estas mujeres que luchan, que se muestran libres y sin miedo ante el Estado opresor, son las lideresas del movimiento feminista chileno, muestran sus pechos en señal de rebeldía, pero también de valor. El movimiento feminista agrupado en la Coordinadora 8M y que convocó a la huelga que iniciaba el 9 de marzo, logró unificar a la ciudadanía en una voz justiciera, probablemente, como nunca antes se había visto en Chile. Las consecuencias de este movimiento y sus propuestas generaron expectativas ambiciosas para la comunidad internacional, lamentablemente todo el proceso de cambios que Chile estaba desarrollando a partir del estallido social y el llamado a plebiscito para cambiar la Constitución, desapareció de la esfera pública ante la pandemia del covid 19 y las cuarentenas obligatorias. No es paradójico decir, que el Estado encontró un respiro, con la llegada del virus.

Esto hasta que el proceso de elecciones presidenciales en Chile nos mostró la peor cara de nuestra sociedad, luego de una primera vuelta, en la que los candidatos de los partidos tradicionales fueron perdiendo fuerza uno a uno, dando paso a la extrema derecha y su candidato, hijo de un oficial nazi que escapó de Alemania en 1950 e ingresó a Chile con documentación falsa. Este candidato que como bandera de lucha propuso eliminar el Ministerio de la Mujer, y destinar ayuda del Estado sólo a mujeres casadas, fue capaz de despertar a aquellas fieras que parecían dormidas, entre los cuidados de su hogar, el trabajo injusto y no reconocido, y las restricciones pandémicas, las mujeres y las disidencias sexuales, se hicieron un tiempo para alzar la voz y decir que en Chile no se daría ni un pie atrás en la lucha feminista. Con esta proclama, las mujeres hicieron la diferencia, logrando el 19 de diciembre del 2021, en una votación trascendental, con la mayor cantidad de electores en la historia de Chile, detener al modelo patriarcal defensor de la dictadura de Pinochet y continuador del gobierno de Piñera.

Gracias a esta gran movilización, Chile aún sigue de pie, sin haber conseguido nada, pero a las puertas de un nuevo 8M, con un movimiento feminista incluyente, que no dará pie atrás hasta que el macho opresor caiga.

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