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De tín marí de dó pingüé - Oscar Alberto Murillo Rubio - Black Fish N°1

¡Ten una grata bienvenida al jardín! No tomes estas calurosas palabras tan personal o te incendiarás hasta el alma y no querrás terminar esta grandiosa oportunidad apenas inicie. Preguntarás cuál ―lo sé porque los ojos son los mejores en contestar la verdad; no te sorprendas ―: aquí los sueños son reales y lo más preciado que siempre buscaste, pero no quieres, puede ser finalmente encontrado. ¡Justo para aquellos que luchan aún más allá del final! ¿Qué dices? ¡Todos lo perdemos en algún punto de nuestras vidas y nunca volvemos a saber de él! Antes era inevitable, ahora aprovecharás esta oportunidad para recuperarlo.

Debes saber que este es el único jardín aquí, si tratas de encontrar otro podrías perderte y no sé qué pasaría si algo así sucediese ―hubo un caso cuando alguien cubierto de sangre se perdió en… ¿qué estás haciendo! ¡Deja de pellizcarte! ¿Acaso quieres que el cielo se vuelva rojo, los anillos con ojos sean visibles, el suelo arda y la hermosa música de trompetas se escuche? No lo recomiendo, lo anterior son tormentos que te mantienen de pie y no te dejan en paz ―. Pero no te preocupes, tus probabilidades para encontrar lo más importante en tu vida, y que olvidas cada vez que puedes, son muy altas porque tienes un cuerpo completo y… sí, así es, me escuchaste bien. ―No vuelvas a interrumpirme, puede costarte aquello tan querido que todos callan.

 

            En frente de ti hay árboles, puedes tocarlos y sentir la maquinaria que les da el sentido de la vida. Aunque algunos de ellos ya no posean hojas que el viento pueda mecer, sus engranes aún respiran. Salúdalos como si fueran tus únicos amigos y no olvides despedirte como si fuera el último de tus días – espera… no lo vuelvas a hacer; te pueden gritar y dejarte sordo.

            Aprovecha tu tiempo aquí y toca el pasto, siente lo cómodo que es: mucho más suave que las plumas de ángel cuyas alas abandonaron a su dueño. Una vez que te recuestes, ¡la hierba se volverá tan ligera que no habrá diferencia si existe o no! Aunque no debes confiarte y creas estar acostado en el colchón de tus fantasías: si el pasto empieza a moverse, haz lo mismo y no te detengas porque entrará a tus ojos y succionará la sangre en ellos hasta dejarlos vacíos. Si sucede, no verás a tus alrededores y ese sería un error de tres metros de altura subterránea. Antes de que olvide decirte, algunas plantas absorben la hemoglobina del cerebro usando su cabello así que no recomiendo que descanses o duermas. ―Es correcto, cubrir tus orejas no funcionará.

 

Antes de quedarte sordo, escucha al viento del norte. ¿Lo oyes?, así es, sabe tu nombre. No te preguntes cómo, supo todo de ti antes que tú y continuará haciéndolo. ―Por cierto, le gusta coleccionar nombres cuando ya no le pertenecen a su dueños... tampoco lo sé, él ya estaba aquí cuando llegué y ya tenía algunos nombres en su colección ―. ¿Cómo lo puedes evitar? Sabes que es imposible, como si intentaras alejarte de mí: no lo lograrás por mucho que lo intentes. A diferencia de mí, al viento puedes evadirlo. Te diré cómo: al momento que percibas un aroma dulce, como el perfume de la amante más bella, abandonas tu capacidad de respirar por cinco minutos y listo. Así pasarás desapercibido. Si no lo logras, tu nombre ya no te pertenecerá y vagarás sin rumbo. Tranquilo, no ha habido casos de muerte por la pérdida de esa identidad aunque es difícil vivir con las fosas nasales derretidas. Lo que sí ha pasado y he visto ―es horrible, no quiero entrar en detalles ―es que el jardín te desconocerá y no tendrá otra opción más que sellar tu alma en una roca… como esa que estás viendo ―¡no la toques! Parecerá normal pero la mayoría de ellas tienen tantas almas encerradas que si tocas una, aunque sea pequeña, te enfermarás de desprendimiento molecular y no hay cura en este lugar.

 

            ¿A dónde vas? ¡Espera! No querrás ir por ahí todavía. El río por el momento es negro y no podrás pasar, además de que serás presa fácil para el viento. Tienes que esperar a que te diga lo que hay allá o te robarán algo más que tu nombre.

 

            Hablando de ataques cardíacos ―¡Claro que ese es el tema de conversación! ¿Crees tener un corazón sano o te preocupa el viento? Sólo no muevas la cabeza y estarás bien ―, quédate por un tiempo bajo la luz del sol para calentarte y acumular energías para el viaje que te espera. Siente cómo los rayos entran a tu cuerpo para así parecer un Iluminado a punto de ascender y por esa razón recuerda que no debes extender tu tiempo. ¿Qué sucede? En realidad no mucho, sólo unas deformidades; aunque puede ser mentira. ―Quien vivía aquí estaba contento con saber que iba a morir, pero cayó en desesperación al no tener idea de quién o qué acabaría con su vida y cómo. Lo último que supe de él es que se convirtió en inmortal con un dolor sin alivio en sus oídos ―. Lo creas o no, las deformidades son, en verdad, un disparate: un brazo saldrá de tu frente e intentará estrangularte o una espina dorsal saldrá de tu oído causando desangramiento ―¿recuerdas quién se alimentaba de la sangre además del pasto?, ¿…no te lo he dicho? Lo hice si has estado escuchando y sin interrumpirme.

 

            ¡Debes tener hambre! ―¿Tú qué? ¡Claro que no! Todos sienten hambre incluso aquí ―¿Ves los arbustos en medio de aquellos árboles? Sí, aquellos que aún no has saludado, recuerda decirles “hola” y nuevamente a aquellos que saludaste primero ―de lo contrario te gritarán ―. Mueve la capa de nieve que cubre a los arbustos y en su interior hay frutas cuyo jugo brota como un manantial recién excavado. Nada comparado con aquellas que comías antes de llegar aquí. Puedes comer las que quieras, pero sólo deben ser las rojas. Si comes las que son verdes por dentro te causará comezón en el páncreas que no desaparecerá, si son azules en su interior y verde por fuera la mañana siguiente no te dará la bienvenida, las azules por fuera te quemarán la lengua y las que son rojas por dentro no debes ni tocarlas a menos que estés sordo o te quemará toda la piel.

 

            Bien, es hora de presentarte los caminos para encontrar lo que siempre fantaseas pero no admites hacerlo. En frente de ti está la montaña de arena, atrás de ti la playa, a la izquierda la luna y a la derecha el bosque. Sugiero que decidas a dónde ir antes de que el tiempo se acabe: los animales son muy violentos en el jardín y ya saben salir de sus madrigueras. Si los ves, no corras, sólo finge mirar un reloj de mano y les harás creer que aún existe el tiempo. Confía en mí.

            El bosque puede ser un buen lugar para comenzar la búsqueda para encontrar precisamente lo que no podrías necesitar estando acompañado. Sigue por el camino de piedra roja para llegar al Santuario Interno ―no creo que ese sea su nombre correcto, pero llamémosle así para que te deje entrar. Recuérdalo bien porque si te equivocas, le crecerán dientes y querrá comer lo primero que encuentre ―. Ten cuidado con las rocas pintadas; hay quienes no hicieron caso del pasto en movimiento y las plantas congelan la sangre después de absorberla. No saludes a los árboles, si te distraes y pisas la piedra incorrecta, caminarás por un túnel hecho al principio con las copas de los árboles, en un parpadeo será de obsidiana y justo en ese instante habrás atravesado al Pozo.

Para salir, busca a la rata sonriente ―se comió un gato que fue condenado a sonreír para siempre― y síguela. “Mira” el reloj cada vez que se detenga y no lo hagas cuando te sonría. Si fallas se reirá y desaparecerá. En su lugar aparecerán varias estatuas atrás y enfrente de ti. Tendrán la imagen de un hombre, una mujer o peor. Una vez que te rodean para dejarte sin escapatoria, las estatuas abrirán los ojos y poco a poco se acercarán a ti. Se detendrán una vez que la carne, sangre y hueso se confundan con la obsidiana. Mientras se mueven verás una sonrisa que paulatinamente desfigurarán sus rostros; aunque no hay evidencia de que todo esto sea verdad o haya ocurrido antes.

 

            La montaña es más segura, en la cima estará tu premio que no querías reclamar cuando tuviste la oportunidad. Para distinguir a la que tienes que ir y no confundirla con otra, busca la siguiente: parece estar encerrada en un reloj de arena cuyo material de medida olvidó cuál era su verdadero trabajo ―creo que no sabes de cuál hablo: busca aquella donde la tierra sube al cielo, llueve mármol negro y brea caliente ―. Al escalar, no toques la brea ni las flores marinas porque la arena puede entrar a tus ojos provocando una señal de fuego que empieza en las córneas y el viento te empujará para inevitablemente caer al Barranco.

            Aún puedes salvarte después del acto eólico vengativo ―así se comporta cuando no puede robar los nombres ―, no muevas tanto los brazos y concéntrate en sujetarte a la montaña y volver a escalar. Modera tu respiración porque el aire se hará pesado como el agua, los pulmones se llenarán, crecerán árboles gritones dentro de ellos cuyas copas se alimentan de sangre y al final saldrán de ti para que sus frutos sean lo último que pasará por tu cabeza. ¿Ves los esqueletos con árboles secos en sus pechos? Serán tu nueva familia ―ignora los deformes, ellos están ahí por comer una fruta blanca ―, aunque será una lástima que no puedas hablar con ellos al principio: los esqueletos son los que más mentiras dicen aquí.

 

            Tu primera visita debe ser la playa. Sabrás que llegaste porque percibirás el aroma de… ¿sal? ―¿En qué lugar huelen así las playas? Tal vez en uno peor que éste ―. Sugiero que te enfoques en tu olfato, debe oler dulce, como el néctar de las frutas con protuberancias amarillas recién cortadas… sí, esas que no debes comer; me hiciste repetir esa advertencia dos veces más, no la repetiré. He sido muy tolerante contigo y sigues interrumpiéndome.

            Acércate y mira hacia donde el horizonte levanta una cortina de cenizas, ¿ves aquellas palmeras?, se cubren de las pieles de aquellos que fracasaron cruzar el mar hecho flor ―¿recuerdas el río rojo? Aquí desemboca ―. Debe ser frustrante perderte en el camino hacia la eliminación de todas tus preocupaciones, por esa razón se escuchan muchos lamentos en la noche; las risas aún no tienen explicación. Ignora lo que acabo de decir ―no quiero asustarte, aunque es divertido hacerlo; cada gesto que haces es más gracioso que el anterior ―, al llegar verás una espada en la cima de la palmera más alta, trépala con cuidado o te morderá las orejas. La espada te dirá el camino correcto para cruzar el mar sin necesidad de un bote. Al final llegarás a una isla donde podrás tener el regalo que nunca recibiste.

            Debes andar con cuidado y seguir las instrucciones de la espada con exactitud ―le gustan los números decimales y creó un sistema métrico que yo no entiendo ―, porque la arena cambia a cenizas aún calientes y podrías derramar sangre si te equivocas. Si la cantidad es abundante, las palmeras se asustarán y llorarán como un niño que ha roto su único juguete en toda su vida porque sabe que nunca volverá a tener uno, por lo que será necesario ir a consolarlas ―¡y no las saludes! ―. El único modo para llegar a ellas es usar el trayecto que la espada te había dicho con anterioridad pero a la inversa: ni un milímetro más ni menos. Si tardas mucho tu cerebro será el de una serpiente y como tal querrás ser una. Si prestas atención alrededor de las palmeras: verás brazos y piernas de aquellos que se transformaron. Usaron la espada y sus dientes para lograr la metamorfosis. ¿Alguna vez viste una serpiente con extremidades humanas? Espero que no, tal vez por eso deciden quitárselas. Lo que sucede después no lo tengo muy claro: ya una vez eliminando lo que te estorbaba para ser una serpiente, te dirigirás al mar y caerás al Abismo donde las flores con espinas te mantendrán consciente para ser un eterno proveedor de sangre que el jardín necesita.

 

            El último camino es hacia el oriente donde se encuentra la luna. Sabrás que estás en la dirección correcta porque en un parpadeo será de noche. Hablando de cerrar los ojos, no tendrás que perder de vista a la luna para que cambie de posición y de forma. Espera al ciclo donde sonríe, sólo así es más fácil preguntar por la ubicación de lo que era necesario anhelar y no quisiste cerca. Cuando ella deje de tambalearse ese es el momento justo para preguntarle y después seguirla. Si procuras estar cerca de ella, la lluvia caliente que nace de la tierra y sube al cielo interpretará la música que invoca la tormenta ―no te asustes, son señales de que estás en el lugar correcto ―. Esta traerá y alineará perfectamente lápidas sin nombres porque la piedra olvidó su capacidad de recordar lo escrito.

Cuando menos lo esperes, escucharás el río gris que deberás cruzar con precaución porque la corriente está invertida: como un recién nacido regresando al vientre materno ―¿dices que el río es de color negro?, ¿de dónde sacaste esa idea?, ¿…yo lo dije? ¡Claro que no! Desapareceríamos si eso es verdad. ¿... También lo dije? Es ridículo que un río sea rojo. Creo que estás escuchando otras palabras, deja de hacerlo y presta atención ―. Al otro lado del río las lápidas seguirán cayendo y en ocasiones traerá cadáveres de aquellos que fracasaron aquí. Al no ser enterrados como ellos esperaban, algunos te hablarán y te dirán muchas cosas sobre ti. Reconocerás voces familiares, escucharás aquellas que nunca se almacenaron en tus recuerdos y dudarás si algunas pertenecen a una persona. Si un cadáver cae en frente tuyo y te cuestiona cualquier cosa, contesta sí en caso de que la respuesta involucre un número y no en caso de que se necesiten más de setenta letras para responder. Si contestas mal cualquiera de ellas caerás al Vacío, donde tu alma será extraída de tu cuerpo porque ahí dejará de ser tu propiedad. El Ojo que está dentro convertirá tu cuerpo en barro para la construcción de otro jardín. En cuanto a tu alma, vagará sin rumbo sufriendo una y otra vez la separación del cuerpo, encontrando finalmente la paz hasta que alcance el fin del Vacío. O eso creo.

 

Y estas fueron las diferentes oportunidades para elegir tu camino hacia aquello que mereces tener y te es negado. ¡Disfruta tu estancia y gracias por elegir al jardín!

 

Este mensaje se repetirá hasta que su capacidad de escuchar sea nula.

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