la realidad
es una casa
habitada por soledades
pura sombra
donde no crecen
los yuyos
el aire
tiene miedo de ser
una versión
de la memoria
en el umbral
solo tinieblas
inocentes
sin voz.
la desolación
es una ciudad
vacía de aire
lleva por nombre
una paradoja
donde nadie
es inocente.
es una tortuga
boca arriba
con la elegancia
del fracaso
nadie ofrece
su cuerpo
abrirse al cuchillo
o la espera.
no ser nada
de la piel para adentro
fiable prudencia
los pájaros rebotan
entre
la pelvis
y el habla.
nazca
reciba los nutrientes necesarios para desarrollar su cerebro
siéntase el perro de Pavlov antes de saber que existe algo
llamado así
tenga una familia disfuncional
lea siempre cualquier cosa que caiga en sus manos
lea poesía
lea poesía desordenadamente
lea poesía hasta pensar que no hay más nada nuevo por decir
piense en no volver a escribir
sienta la poesía rondar en la nuca
conozca la incineración
use las palabras como bayonetas
tenga amigos y piérdalos
sea genital
invéntese una moral o un dios
regocíjese en el barro y la altura
indague en la intensidad
inmólese
siéntase morir
resucite
entiéndase uno más
descifre el run run del viento.
mi antena fluídica
baja poemas de los cielos
mi perra los destroza
como bolsas de basura
desparramadas palabras
que nadie leerá
pulsaciones
no adaptables al medio
han de perecer
titánica labor la del perpetuarse.
David González (Buenos Aires, 1979) es un poeta radicado en Viedma. Ha
publicado los poemarios 11, 40° 63° y Cuero de Puma.
Es miembro de los colectivos Paralelo 40, 11+4, Escénica Teatro en Territorio y
Ojos de Perro. Ha participado en diversas antologías poéticas, ferias del libro
y eventos culturales de Argentina.
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