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Mostrando entradas de abril, 2022

Kleist Heinrich Von - El duelo

  Ocurrió la noche de San Remigio. Corrían los últimos años del siglo XIV, cuando el duque Wilhelm von Breysach, que se había unido en secreto con una condesa de la casa de Ak-Hüningen llamada Catarina von Heersbruck —ésta era una dama de noble alcurnia, aunque no tanta como la de él, motivo por el cual el duque se había enemistado con su hermanastro, el conde Jacob Barbarroja—, volvía de un encuentro en Worms con el emperador alemán. En esa entrevista había conseguido de su alteza la legitimación de un hijo natural engendrado con su esposa antes del matrimonio, el conde Philipp von Hüningen, pues todos los hijos legítimos que había tenido después habían muerto. Encaraba el futuro con más optimismo que nunca desde que se pusiera al frente de la casa familiar, cuando de repente, al entrar en el parque que se extendía detrás de su palacio, una flecha disparada desde la oscuridad de los arbustos le atravesó justo por debajo del esternón. El señor Friedrich von Trota, su chambelán, con...

Alexey Kalakutin - Rusia - Traducido por: Marlene Pasini

  " Elena y León" (Fragmento)   Siglo IV, comienzo, Roma. Guerreros tomaron el poder en el gran imperio y el mundo, ya tendido en el crepúsculo, estaba listo para ir hacia la oscuridad y morir.   Ni Flora, ni Mercurio, ni Venus, no es Marte, no es un líder olímpico. Entramos en batalla con Cristo, con la fe de Cristo, ¡Y la gente está muerta de miedo!   El pueblo fue quebrantado por el decreto de Maximiano. El decreto fue despiadado y cruel de ahora en adelante prohibiría a los cristianos creer que el vagabundo judío es Dios.   Ha llegado el momento de la represión y la persecución. Es hora de la tortura y la muerte loca, la gente se puso de rodillas traicionando a Cristo a cambio de la vida de los niños.   Los hijos de Cristo fueron forzados ofreciendo los sacrificios de los altares romanos, en caso contrario les esperaba fragmentos de carne en los colmillos de las bestias.   Se envían a fundir l...

Epístola del solitario – Rolando López

  Mientras los poetas dialogan sobre la efectividad del tiempo, yo corro a esconderme en las inmediaciones de un espacio que ya no existe a simple vista.   La ciudad es solo un punto en la memoria de los hombres, la poesía es también otro punto (no de puntuación): los poetas saben de qué hablo. La ciudad me exige estar aquí, los hombres me exigen estar aquí, a las mujeres les da lo mismo.   He visto a los árboles hermosos deshacerse de sus hojas antes del otoño; contemplé desde las graderías el triunfo de los poetas; hice pausa en mi viaje a través de las arenas y el agua que alguien bebió con entereza; en vano abrí las puertas de mi casa y de mi espíritu; pude ayudar al necesitado de pasos cortos y al niño que apenas sabía caminar; leí hasta la fatiga los mandamientos de Dios y los libros del poeta.   Los niños no preguntarán cómo se llamaba el vate que un día escribió sobre la paz y los disturbios.   Los tendidos en el asfalto vociferan versos que apenas log...